Trauma cerebral secundario: un asesino silencioso

Puede suceder en un instante. Un charco que nunca vio, una pelota que rebotó en sentido contrario o un momento de falta de atención al volante y se verá obligado a lidiar con un traumatismo craneoencefálico grave. Pocas cosas dan más miedo que escuchar que un ser querido ha sufrido este tipo de lesiones. Los padres abandonan todo y se apresuran a ir a la escuela, los cónyuges se apresuran a ir a los hospitales y familias enteras esperan y oran. Solo para descubrir que la mayoría de las veces, la víctima está bien. Un poco conmocionado y quizás un poco confundido, pero empezando a sentirse mejor y listo para irse a casa. Uf. Se acabó la crisis, ¿verdad? Incorrecto.

Cuando una persona sufre un traumatismo craneoencefálico, la cabeza se desacelera tan rápido que el cerebro continúa viajando y golpea el interior del cráneo. El daño directo de ese impacto se conoce como lesión cerebral traumática primaria y sus consecuencias generalmente se notan inmediatamente después del accidente. Sin embargo, el impacto también puede causar un sangrado lento o hinchazón en el cerebro. Ambos conducen a un lento aumento de la presión dentro del cráneo. En estos casos, la víctima a menudo parece estar bien, pero todo el tiempo aumenta la presión intracraneal. Esto se conoce como lesión cerebral secundaria.[1]

En la mayoría de los casos, las lesiones cerebrales secundarias tardan entre 12 y 24 horas en desarrollarse hasta el punto de mostrar síntomas fácilmente reconocibles. En este momento, los flujos de sangre y oxígeno al cerebro pueden verse gravemente comprometidos, lo que puede provocar una hernia cerebral, coma, daño cerebral grave o la muerte.[2]

El daño cerebral secundario es mortal, pero a menudo también se puede prevenir. Muchas personas optan por no buscar atención médica después de una lesión en la cabeza porque después del dolor inicial comienzan a sentirse mejor. Recuerda siempre que esta rápida recuperación puede esconder los inicios de un problema grave que podría tener consecuencias devastadoras.

Sobre el Autor: Chris Guedri es un abogado de lesiones personales en el Richmond oficina de Allen & Allen. Desde que se unió a la firma en 1991, Chris ha enfocado su práctica en casos complejos de lesiones cerebrales traumáticas, accidentes automovilísticos, accidentes de camiones y casos de responsabilidad por productos defectuosos.